El postureo no es cosa de ahora, ni mucho menos. Solo que en estos tiempos se le da más visibilidad y más rapidez. Imagínate tú lo que sería en el S.XIX esperar a que te dieran el daguerrotipo para poder enseñárselo a tus amigos y conocidos. Y eso contando con que salieras favorecida, que ya podías estudiar pose frente al espejo porque ahí no había posibilidad de error. O, me remonto aún más en el tiempo. He tenido el privilegio de ver in situ los retratos a modo de presentación antes de los desposorios que se enviaron Doña Juana la Loca y Felipe el Hermoso (que por cierto, lo de «hermoso», debe ser que iba con los estereotipos de belleza de la época…). ¡Ya ves! Primero había que realizar la pintura al oleo sobre tabla tamaño A-4 más o menos, después enviarla a los respectivos reinos (Flandes y Castilla), que no se yo lo que tardaría eso en llegar, pero vamos, que el «paquete azul » de Correos no existía, así que auguro que el el mes no se lo quitaba nadie. Con lo fácil que es ahora meterte en el facebook del que se tercie y ver en las fotos en las que los amigos cabritos lo han etiquetado para saber que la foto de perfil es una en la que ese día los astros se habían alineado cuanto menos… ¡porque vaya tela!
En fin, todo esto viene a colación del «terracing». Eso que está tan de moda ahora por la inmediatez y las redes sociales pero ha existido de toda la vida de Dios. ¿O que os creéis que iban a hacer los pudientes al Balneario del Carmen? Ahora eso sí, siempre ha habido clases….Hasta en el postureo.
Sigamos haciendo «terracing» si; pero nunca nos olvidemos de una paella dominguera o de enterrar la sandía en el «rebalaje»… A fin de cuentas, las cosas más sencillas son las que tienen más esencia.
Nos vemos el viernes.
Besos, Petra
