El mal de ojo no existe, ni el karma, ni el sino, ni el destino y, si me apuras, tampoco las casualidades. La suerte es una entelequia, una serie de catastróficas desdichas o una cadena de acontecimientos felices o estados de ánimo favorables. Ya sabéis, todo depende del cristal con que se mira. Todo está muy mal repartido: Los hijos de puta mueren de viejos en su cama (y durmiendo) y los buenos mueren jóvenes y no necesariamente dejando un cadáver bien parecido. ¿Qué la vida es injusta? Sí, lo es. ¿Qué es frágil? También. Sin embargo aquí estamos, levantándonos cada mañana con un nuevo sol incansable en su devenir, transportado en el carro de Apolo desde eones. Qué razón tiene «La Encarna» cuando dice: «Todo tiene solución menos la muerte». Pero la muerte está ahí, cada día un pasito más cerca o un kilómetro. De pronto te percatas de que la muerte no es algo lejano e ignoto. Puede estar aguardando a la vuelta de la esquina y eso es lo que engrandece la vida. La incertidumbre, la ansiedad, la sorpresa… Se que si fuera un poco más vulgar, si no tuviera estas inquietudes mañaneras , si mi mente no fuera un torbellino constante; viviría más tranquila y relajada. Como dice una amiga: «me gusta ser mediocre; duermo mejor». Pero ¿eso se elije? ¡Porque vaya putada! ¡En la próxima vida me pido ser tonta!
Recapitulando. Vivir con cierto miedo es importante e interesante porque nos mantiene los sentidos alerta. Me niego a ser una ameba que va flotando por modas, estaciones o procedimientos vitales. Todos te dirán que te relajes, que si las contracturas musculares, que si tienes que cambiar la actitud…Quédate solo con lo que te interesa. Porque a fin de cuentas ¿no nos queda toda la eternidad para el relax infinito?
Espero que vuestra semana haya empezado mejor que la mía. Mira que nunca le he tenido manía a los lunes, pero voy a tener que empezar a cogérsela.
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Nos vemos el jueves
Besos, Petra