Teté se quedó como abstraída, mirando las posaderas del cocinero de pelo grasiento, mientras este se limpiaba las partes pudendas con un paño de cocina que se abstuvo de pensar en que sería reutilizado. Jamás en el largo periplo de hombres que habían visitado su entrepierna, recordaba uno que tuviera tanto pelo en los cachetes….