ALEA JACTA EST

El momento ha llegado. Mi momento. El día D se acerca. ¿Cuántas noches no habré soñado esto? ¿Cuantos atardeceres perezosos no habrán mirado mis ojos cansados? ¿Qué hay de las noches en vela? ¿de los nudos en la garganta…? Este libro lleva escrito tanto tiempo que ya es como un vino añejo macerado bajo la propia piel. Forma parte de mí como un tatuaje que, aunque dolió en su momento, ahora recuerdas ese dolor casi como una liberación. Es importante dejar un legado a este mundo. Insignificante será el mío, o no. Eso nunca lo sabré. No escogí este «don». Nunca le presté atención más allá de una terapia para curar el alma, una especie de tratamiento contra mediocridad, una parcela mía, solo mía que surgía a borbotones de lo más profundo del alma. No penséis que soy una advenediza porque no es así. Siempre fue antes la poeta. Siempre. Por encima de todas las profesiones, por encima de todas las modas, por encima de todo; hasta de mí. A veces me arrolla como una manada de animales  salvajes en busca de la salvación. Decía Bukowski que si tienes que esperar ante la página en blanco horas y horas hasta escribir algo, mejor  te dedicaras a otra cosa. La poesía tiene que salir como un cañonazo, como un torrente de palabras que empiezan y acaban de una sentada. Como un orgasmo largo e intenso que no decae en ningún momento. Un ataque febril que dura, lo que dura un suspiro. Llega, te golpea y se va, dejándote un sabor metálico en la boca y un vacío existencial. Por todo eso y más, acojo este placer doloroso. Por mí, por vosotros y por los que están por venir, adopto la poesía como parte intrínseca de mi ser.

 

Espero que todo salga bien el viernes, y si no…..No importa, nada cambiara mi percepción del mundo.

Besos, Petra

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