Abrió los ojos lenta y pesadamente, como desperezándose de un largo sueño. Desubicada y mareada, se preguntó que hacía tumbada en la tierra con el vestido por encima del ombligo. De repente; y como un relámpago en medio de la calma recordó la imagen del cadáver desfigurado y la toma de contacto con la realidad fue brutal. Una sombra se cernía sobre ella tratando de agarrarla. Por un instante pensó que era Cosme venido de algún lugar del inframundo para arrastrarla consigo a las tinieblas. Comenzó a recular sin perder de vista el espectro. Todos sus sentidos le ordenaban gritar pero su garganta reseca era incapaz de emitir sonido alguno más allá de unos cuantos jadeos. Cuanto más se arrastraba ella, despellejándose las palmas de las manos con los cardos y piedras, más se acercaba él, estirando una mano gigantesca hacia Teté. De repente la sombra habló y su voz sonó grave y estentórea; pero no amenazante:
—No te asustes —dijo—. Solo quiero ayudarte
Teté, con el corazón aún desbocado y tras un instante de estupor, dejó de huir. Aún reacia a agarrar el brazo que le tendían para ayudarla a levantarse, se puso de pie por sus propios medios. Desde esta posición, pudo ver que el que le hablaba no era ningún monstruo venido del más allá si no un hombre de unos 40 que la examinaba con curiosidad. Era alto, más alto que ella, y de constitución atlética. Llevaba el pelo muy corto, casi al cero, e iba vestido como una especie de militar, con pantalón de camuflaje, camiseta negra y botas.
—¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado? —le preguntó.
—Si, si. Perdona, debe haber sido este calor. Me habrá dado una mareo o algo…
Teté notaba calambres en el estómago y notaba como las gotas de sudor resbalaban por su espalda. A pesar de todo intentó aparentar normalidad a toda costa. El hombre seguía mirándola con insistencia y casi podía leer la sospecha en sus ojos. Durante una milésima de segundo, miró de reojo hacía el molino. Fue algo casi imperceptible para cualquiera, pero no para un cazador, experto en interpretar cada mínimo gesto o movimiento. El miró a su vez hacía la puerta y el agujero por donde había salido la mujer.
—Ahí dentro puede haber peligro de derrumbe ¿Lo sabes? —Dijo él con un tono neutro.
—Ya lo sé. Solo he entrado un momento a guardar la mochila. Soy fotógrafa. Trabajo para una revista y he venido a tomar fotos de este maravillo entorno, pero con este calor y esta luz tan dura, he pensado que es mejor volver mañana al amanecer para aprovechar la hora dorada. —Respondió ella con una sonrisa tirante—. Iba a recoger mi cámara cuando me encontraste.
Por una vez, las aburridas charlas de los fotógrafos que habían trabajado con ella y sentían la necesidad de hablarle de diafragmas, aperturas y mediciones de luz, iban a servirle para algo. Pensó mientras soltaba la perorata.
El hombre se acercó a la puerta y la empujó suavemente —solo está trabada —Dijo él.
Antes de que Teté pudiera impedirlo, dio una patada a la puerta que se abrió con tal violencia que rebotó contra la pared. Con un movimiento involuntario, ella lo agarró del brazo con fuerza intentando impedir que pasara al interior.
El hombre, apartó con delicadeza casi la mano que le atenazaba y sin mirarla, entro despacio, la vista fija en la enorme piedra apoyada en la pared.
Lo vio. El desconocido había visto el cadáver de Cosme en su rictus siniestro, con las piernas encogidas. Escondido como en un juego macabro. No hubo ningún movimiento brusco, ni gritos, ni aspavientos….nada. Detrás, Teté se retorcía las manos y se las pasaba por la cara una y otra vez, pensado que podía decir, como podía explicar…
Guiada como por un instinto ajeno a ella, salvaje y aterrador, cogió un cascote del suelo y golpeo con él la sien del hombre. Este se dio la vuelta con un gesto de sorpresa en su cara. La sangre empezó a brotar al instante. Roja y espesa. Se llevó una mano a la herida y miró con curiosidad la palma manchada. Sin mediar palabra alguna, se acercó a Teté y la golpeó en la cara con toda la fuerza de su brazo y esta volvió a sumirse en la inconsciencia.
Continuará…
Espero que disfrutéis con este nuevo capitulo de «Terra Nullius». La trama se complica cada vez más…
Besos, Petra