TERRA NULLIUS (II)

Arrastraba un carrito de la compra desvencijado y chirriante bajo un sol de justicia. Teté, que así la habían llamado durante mucho tiempo en la vorágine de la ciudad y las noches de neón y coca, atravesaba el pueblo. Renqueante, encorvada y aun así su metro ochenta dibujaba una sombra estratosférica a las 4 de la tarde. Sentía la boca seca y la lengua era como un pedazo de cuero hinchado y áspero. Sentía un escozor en la entrepierna, que esperaba se fuera en breve, consecuencia de una mañana de sexo con el cocinero de pelo grasiento del hotel rural que quedaba un poco a las afueras. El desgraciado había estado cortando pimiento chile justo antes de que llegara yo, mendigando un plato de sobras.

-Mujer, entra y siéntate aquí una mijilla que en un momento estoy contigo.

-No hace falta, de verdad. Lo que tengas por ahí me vale.

-¿A qué tanta bulla? ¿Quieres una cerveza fresquita?

Al pensar en cerveza fría mis papilas gustativas se activaron y mi boca se llenó de saliva.

– Bueno, vale. –Contesté mientras me sentaba.

Al traerme el vaso espumeante, sentí tal sensación de agradecimiento, que me permití un pequeño gesto seductor, tan bien ensayado de las fiestas exclusivas. Al percatarse, el cuarentón, dejo una mano peluda de dedos romos sobre la mía, más de lo necesario. Supe al instante que el también empezó a salivar. Su vista se deslizo hacía mi cuello y más abajo, donde unos pequeños pechos asomaban tímidamente. Se fijó en mis axilas con abundante pelo y mis uñas sucias. Después del repaso general, y viendo mi desamparo me espetó:

-Niña, ¿tú eres puta?

La pregunta no me sorprendió porque no era la primera, ni iba a ser la última, vez que había tenido que responder a la misma.

-Noooooo. Soy mode…. Era modelo. Contesté con mi sonrisa más estándar.

-Sí, si se nota. Tienes el cuerpo como esas que salen en las revistas de mi niña. Larguiruchas sin tetas ni na de ná. ¿Eres de aquí?

-No, pero hace ya como dos meses que me he mudado.

-¿Dónde vives? -Preguntó sin afán inquisitorio. Solo con la autosuficiencia que tienen en los pueblos pequeños.

-Allí……Por arriba….Por la plaza. Tengo alquilada una habitación. Contesté lacónicamente, rezando para que no me preguntara en la casa de quien.

-¿Y no hay cuarto de baño? Dijo enarcando una ceja ¿Cuánto tiempo hace que no te aseas?

Intenté cambiar de conversación, alegando que tenía cosas que hacer, que si me iba a dar algo, un bocadillo mejor, para poder llevármelo. Me estaba dando mala espina ya la cosa, cuando al darse la vuelta hacía mí me fije en el bulto del pantalón y pensé: -Ay Dios, este bocata sí que me va a salir caro….

Esta que os pongo es la segunda parte de aquel «Terra Nullius» que ya empecé a escribir y que os gustó tanto. No tengo ni idea de lo que le va a deparar el futuro a Teté, pero si os gusta y tenéis curiosidad, decídmelo y sigo…

Besos, Petra

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2 comentarios

  1. Ahhhh….Eso es un misterio que está por resolver. Ni yo misma lo sé.
    Lo de las prendas es que lo dejé de poner. Tendré que volver a comentarlo.

    Besos, Petra

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