Podríamos ver tanta malicia, tanta podredumbre, crudeza, desdicha… Pero nos empeñamos en darle un giro inesperado al tercer acto de la obra de Dios. Y eso es, precisamente, lo que nos salva de la hoguera. Porque nosotros los poetas somos todos ciegos, nuestros ojos están quemados por la intensidad de la luz, de la que…