Y el único don que yo no pedí, aquí esta. Sin yo requerirlo ni aceptarlo ni amamantarlo ni criarlo. Es una maldición persistente, una lacra. ¡NO LO QUIERO! Y sin embargo aquí esta. ¿A quién tengo que convencer para cambiarlo por otro? Y si me lo tengo que quedar porque así ha sido escrito, por favor, oíd mi ruego,…