SEGUNDA PIEL

¿No os habéis fijado en que las personas tenemos capas como el Photoshop? Las usamos para maquillarnos la cara y el cuerpo, pero también el espíritu. Para llegar al origen, a las entrañas de la persona, hay que ir pelándola como a una cebolla y a veces nos pasamos la vida así anhelando, saboreando de antemano el preciado almíbar de la autenticidad, para descubrir que hay un hueco por donde se cuela la brisa; o lo que es peor, un corazón podrido y negro. No vamos a darnos llegados a este punto golpes en el pecho en nombre de la lealtad y sinceridad absolutas para con la humanidad. A mí la gente que va gritando a los cuatro vientos los sincera que es, me huelen a chamusquina desde lejos, amén de que hay que tener cuidado en enarbolar fervientemente esa bandera porque la línea que separa la sinceridad de la mala educación es fina y difusa y no vayamos a confundir un «te llamo para decirte que te quiero porque soy tu amigo y porque sí» por un «te llamo para decirte lo que andan diciendo de tí porque quiero y porque sí. Ah, y porque soy sincero, claro». Las personas cambian mucho, muchísimo según el contexto y las relaciones con otras personas. Por eso existen la psicología y la sociología. Nuestras motivaciones son sagradas y, como dicen, para que haya quien haga el mal, tiene que haber quien lo permita. Eso no quiere decir que el leit motiv de Santa Teresa de Calcuta sea distinto del de Charles Manson. Me explico: obviamente sus actos están en las antípodas uno del otro, pero hay una cosa que les une y nos une a todos: la pulsión. En este caso, los santos sienten la pulsión de hacer el bien a toda costa y los asesinos; de hacer el mal. Pero todos sienten que están obrando de acuerdo a sus principios y modus vivendi. Todas las personas llevamos intrínsecamente la capacidad de amar y de hacer daño (a conciencia). Es lo saludable. Por eso usamos las capas, para esconder nuestras vergüenzas, nuestros oscuros secretos y nuestros complejos. Las cosas que nos duelen, procuramos mantenerlas guardadas en el cajón de la mierda bajo un montón de caricias y caramelo. Pero están ahí. Los arrepentimientos, las inseguridades, los dolores…..Nuestro nivel de protección para con nosotros mismos es máximo porque somos nuestro bien más preciado y no es plan de ir mostrando tus vísceras por el mundo, que son frágiles hay gente muy mala…

¡Lo tengo, ya es mío! Me refiero al vestido de Zara de cuero negro asimétrico y con Maga larga en farol. Ha costado sangre, sudor y mucho trabajo de investigación por parte de mi BFF Vicky, pero al final está en mis manos. Ya lo veréis cuando toque. Lo malo, es que justito antes me había hecho con este otro vestido corto de cuero negro, que si bien no es igual, es del mismo estilo. En fin, dramas de la vida moderna…

Besos, Petra

Comments

comments