¿Cómo escapar de toda esa información que nos abraza; nos abruma? Nos rodea con sus miles de hipótesis, frases lapidarías, dogmas de fe e ideologías de todo tipo como una hidra que al cortar una cabeza, nacen otras tres en su lugar. Siempre más fuertes, con más legiones tras de sí respaldando a pies juntillas esa “verdad” ¿De verdad hay gente a día de hoy que confía plenamente en ese “pozo de sabiduría” que es Internet? Permítanme el tono irónico al señalar que no es más que un pozo, sí, pero un pozo ciego donde se vierten las mierdas y podredumbres de miles de millones de mentes de toda índole y condición. En los tiempos en que no existía aún la penicilina, el vulgo acudía al “cirujano-barbero” para curar los males del cuerpo y a los electroshocks y vibradores en esos manicomios victorianos tan tétricos para curar los males del espíritu. Ahora respiramos información y vomitamos hipótesis infumables. Sabemos más que los médicos, comemos mejor que los nutricionistas y follamos mejor que las putas, porque la sociedad en la que vivimos nos ha dotado de un ego tan grande que nos pensamos el ombligo del mundo y ante una soberana gilipollez, montamos un drama que, por supuesto, se hará viral a través de dedos anónimos que dan “me gusta” con la inercia de un trabajo en cadena en la era industrial. La gran cárcel de nuestra generación es la “infoxicación”. Tantos datos nos salen por las orejas que vamos por la vida como zombis tecnológicos. Hemos perdido la capacidad de mirar a los ojos y pensamos que nuestra vida será recordada durante eones porque hemos dejado una huella digital imborrable… ¿Qué va a ser de nosotros, pobres ilusos, cuando descubramos que somos solo unos títeres?
Chic@s a partir de hoy, las actualizaciones serán los martes y jueves. Así que estad atentos…
Nos vemos el jueves.
Besos, Petra