CÁMBIAME (PARTE 2)

Bueno,  pues a esto que me planto en la estación María Zambrano para coger el Ave que me lleve a Madrid. Me costó dos noches sin dormir pensando que todo el tinglado este era un secuestro orquestado por una organización criminal dedicada a la trata de blancas o el tráfico de órganos. Vamos, que ya me imaginaba en una bañera con hielo, un riñón menos y un móvil pegado a la mano o en un prostíbulo rural dándolo todo, cuando decidí que la vida son dos días y que si hay que morir de alguna manera, pues a ello.

Muy mona en la estación arrastrando mi trolley con una mudita, mi canotié y mi canesú cuando me digo: “Voy a comprar una botellita de agua y algo para picar que me conozco y a mi los nervios siempre me dan hambre…” Meter la mano en el bolso y saber que me había dejado la cartera en casa fue todo en uno. Casi me la imaginaba encima de la mesa carcajeándose la muy canalla de otro de mis famosos y catastróficos despistes… “Houston, tenemos un problema”. El tren en el andén a punto de salir y yo indocumentada y sin un céntimo. Lo primero que hice fue llamar a Mediaset para ponerlos al corriente del percal (me dijeron que avisara cuando llegara a recepción para poder acreditarme de una manera especial) y lo segundo, rezar para que en ningún momento de la ida o de la vuelta, me pidieran el DNI junto con el billete de tren (sorprendentemente así fue). El trayecto fue muy agradable la verdad. Era la primera vez que me montaba en AVE y estaba como en la película de “Vente a Alemania Pepe” pero disimulando, que una tiene estudios y sabe mantener la compostura. Mientras tanto, ponía al corriente a mis amigas del percance de la cartera (que tampoco es que les pillara de sorpresa…).  Llegué a Atocha y me dije: Antes de nada, un pipí. Craso Error…..60 céntimos que valía aliviarse la vejiga y yo más tiesa que las mojamas. A esto que me llama el chofer para preguntarme que donde estaba y que buscara a otra compañera de casting. La encontré tras la descripción estilística y muerta de vergüenza le conté lo que me había pasado y la buena mujer me dio un euro para el baño. Ese fue el momento en que me sentí como una rumana en la puerta de un Mercadona cualquiera. Después tuvimos que esperar a otro concursante, un valenciano que tardo algo más en llegar porque se perdió en el micromundo de la estación.

Lo primero que le pregunté al chofer es que si era un secuestrador (Si, lo hice). Él se descojonó pero no me contestó oye… Ahora que lo pienso. Le pedí hacer una foto de la matrícula porque entre todos (familiares y amigos) me habían puesto en lo peor y yo con lo influenciable que soy, un poco más y me compro un spray de pimienta. Total, que me subo delante porque me mareo y en ayunas que iba y muerta de sed, no era plan de entrar en los estudios con una lipotimia o algo. Yo ya traía los deberes hechos de casa y sabía que dirección debía tomar e iba mirando los carteles disimuladamente. No porque tenga yo mucha orientación, si no porque mi hermana que vive en Madrid ya me había puesto al corriente. Y el chófer con la guasa y yo con la boca seca y un hambre canina……Llegamos a Mediaset.

…Continuará.

 

 

Queda aún la tercera y última parte de mi paso por Telecinco. No veas lo que da de sí un minuto de televisión…Jajaja.

Besos, Petra

 

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