TERRA NULLIUS (VII)

Laureano sintió como la sangre, caliente y pegajosa, le corría por el cuello y le empapaba la camiseta. Se quedó mirando el cuerpo inconsciente de Teté durante unos segundos. Un pequeño pezón rosado asomaba tímidamente por el borde del escote y las piernas, largas y desmadejadas le causaron un amago de erección. Parpadeo un par de veces para despejar la vista que empezaba a nublársele y se puso en acción. Se quitó la camiseta e hizo tapón en la herida después de limpiar como pudo, las sangre del cuello y el hombro. Tenía que irse inmediatamente de allí. Su primer impulso fue salir  deprisa, dejar allí a la muchacha y llamar desde una cabina del pueblo a la policía para dar aviso, pero pensó en las manos llenas de sangre y la brecha en la sien y lo que parecería. En su casa tenía teléfono pero no sabía hasta qué punto se podía rastrear una llamada. Después de todo eran los años noventa y él no estaba al tanto de los avances tecnológico, así que ante la duda, optó por otra solución. Se asomó a la ventana. Todo lo que vio fue monte agostado y una primilla planeando en círculo esperando atrapar algún gorrión incauto. Ni un alma que se atreviera a caminar bajo ese fuego abrasador. Hizo una especie de torniquete con la camiseta y se la colocó a modo de turbante. En dos zancadas, se acercó al cuerpo inerte de Teté y tomando una decisión de la que ya se estaba arrepintiendo, la cogió en brazos y salió con ella por la puerta.

La camioneta estaba aparcada tras una pequeña loma al otro lado del arroyo. Calculó que a unos diez minutos de distancia. Iba deprisa, a grandes zancadas largas. El peso de Teté no le molestaba,  era liviano, como una pluma, así que  se concentró en lo que le rodeaba y puso todos sus sentidos alerta. Sentía el sudor que le corría por la espalda y los guijarros dentro de las botas, moviéndose a cada paso. Oía los insectos zumbando a su alrededor y el grito de la primilla arriba en lo alto. Veía el cielo glauco; raso y la cabeza de Teté bamboleándose y golpeando contra su pecho… Lo sacó de su abstracción el agua del arroyo al mojarle los pies. El arroyo llevaba poca agua en verano, así que pudo vadearlo sin dificultad mojándose solo hasta las rodillas. Ya veía la parte trasera del vehículo cuando ella empezó a gemir y balbucear inquieta pero sumida aún en el sopor. Laureano aceleró el paso hasta llegar junto a la camioneta, abrió la puerta de un tirón y la dejo caer en el asiento del copiloto. Rápidamente dio la vuelta, se puso tras el volante y forcejeó con el cierre del morral para coger la llave. Arranco y salió a toda velocidad campo a través sin mirar atrás.

Afortunadamente, ella se había vuelto a desmayar, pero preveía que se despertaría en el trayecto hasta su casa que suponían unos cuarenta y cinco minutos de caminos tortuosos. Justo andaba en estos pensamientos, cuando ella empezó a removerse en el asiento. Teté se mojó los labios agrietados y trago saliva con un rictus de dolor a causa de la garganta reseca. Abrió los ojos lentamente como si se despertara de una placentera siesta y al mirar hacia su izquierda los abrió como platos. Antes de que pudiera emitir sonido alguno, Laureano le tapó la boca con una manaza que le ocupaba medio rostro. Notaba su saliva y su respiración agitada en la palma. Le hizo una señal con los ojos para señalarle que no gritara aunque sabía que nadie había de oírla en aquel deshabitado lugar. Ella asintió asustada y solo entonces el retiró la mano despacio.

—¿Dónde me llevas? —dijo ella susurrando con voz rasposa.

—A mi casa; ya no está lejos. Me parece que tienes que darme alguna que otra explicación ¿No te parece? —Respondió el sin mirarla.

Teté enmudeció y su tez se volvió lívida. Se pasó por la cara una mano temblorosa e hizo un gesto de dolor cuando sus dedos rozaron el pómulo izquierdo que empezaba a hincharse y a tomar un color cerúleo. Volvió a cerrar los ojos y se recostó en el asiento. No volvió a hablar en todo el trayecto.

Lo prometido es deuda y como más vale tarde que nunca; aquí tenéis el capitulo VII de Terra Nullius. Creo que mis personajes tienen ya vida propia y vuelan libres. No me hacen caso de nada de lo que les digo…

Espero que lo disfrutéis.

Besos, Petra

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