NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS.
El mal de ojo no existe, ni el karma, ni el sino, ni el destino y, si me apuras, tampoco las casualidades. La suerte es una entelequia, una serie de catastróficas desdichas o una cadena de acontecimientos felices o estados de ánimo favorables. Ya sabéis, todo depende del cristal con que se mira. Todo está…