SUEÑO DE PRÓJIMO

Os voy a contar el sueño que tuve anoche:
«Iba por la calle. Ni triste, ni alegre, ni indiferente, ni iracundo. En mi mente no había sentimiento
alguno. Como en un sueño en el que caminas por la calle, porque si. Con la seguridad de otro día más. En este estado de impavidez, dirigí mi vista al ruido; producido este por dos hombres en una azotea. Discutían por el sitio en el que posar una gran campana. Enorme, la campana era enorme, monumental, nueva y de reluciente hierro bruñido. Pensé en el fenómeno extraño que resultaba, que dos hombre de mediana edad (y no muy bien alimentados) pudieran cargar ese peso entre los dos. 
Andaba yo en estas divagaciones, cuando al más cercano a la barandilla se le fue el cuerpo, y volteó. Arrastrando así al otro y la campana. La vi acercarse como mi destino, negro, con la boca haciendo un gesto de sorpresa igual que una broma macabra.
Sin saber porque, desvió su trayectoria en el camino, de manera que sentí el acero por la mitad de mi cuerpo. Sentí como el filo romo hendía mis entrañas sin dolor. Al llegar al corazón note un crujido seguido de un latigazo y una necesidad imperiosa de rechazar, de lanzar lejos algo de lo
que se depende, que es necesario para la vida. Reconsideré la cuestión en un segundo y lo lancé sin duda.
La mitad de mi esqueleto salió despedida. Lo vi traspasar mi piel sin causar herida ni deformación alguna. Cayó unos metros más allá, sobre el asfalto. Era grotesco ver sólo la cuenca de un ojo, la mitad de una dentadura y una pierna y un brazo.
Seguí caminando un poco pesaroso al haber perdido la mitad de mi sostén. Mi parte antigua parecía rígida, segura de su robusto andamiaje, en comparación con la nueva parte; extraña a mí, blanda, dócil, sin malear aún. Al principio me costaba un poco andar solo con la mitad de mí. Pero poco a poco la nueva mitad fue tomando forma. Paso en unos minutos del estado gelatinoso al cartilaginoso hasta equipararse con la mitad antigua de mi ser.
 Después de este cambio fascinante en mi cuerpo, me sentí como aliviado. Suspire. Mi mente, vacía de cualquier tormento, recordó una graciosa melodía que me propuse a silbar alegremente, mientras caminaba bajando la calle.»
Me encantan las blusas de plumeti.
Un outfit que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.
Haciendo experimentos.
Invierte en una blusa con lazada. Es un básico atemporal.

– Blusa: Blanco
– Vaqueros: Celop
– Chaqueta «perfecto»: Bicolare
– Kitten Heells: Mustang

Este sábado estuve en el boda del año. Se casaron mis amigos Pako y Jorge y quisieron contar conmigo en ese día tan especial para ellos. A Dios pongo por testigo que soy muy reacia a bailar en las bodas, porque la música enlatada con los hits de los últimos 10 veranos como que no me pone. Pues en esta, baile, cante, salte y disfrute como una enana. Ya entenderéis el porque…

Besos, Petra

Comments

comments