FAMA

Amigos, como decían en una serie popular allá por los ochenta: «La fama cuesta»

Me pregunto cuales son los factores condicionantes para ser famoso. La fama no es igual al éxito; no mezclar terminos. Famoso puede ser cualquier pelagatos que se congratule de actos bochornosos que, lejos de relegar al cajón de la vergüenza, abren este de par en par para espanto de muchos y, soprendentemente, interés para otros tantos.  Para poneros una imagen gráfica: ¿Habéis visto a los hipopótamos cuando hacen popo y esparcen la mierda a diestro y siniestro con su mini colita? Pues algo parecido. El éxito sin duda es otra cosa. No me malinterpreten, también existe quien triunfa por tener la lengua encallecida y no precisamente de hacer discursos…..Ustedes me entienden. Sin embargo, es algo curiosísimo del ser humano, despreciar y restar importancia a aquello que más ansían. Desde nuestra más tierna infancia existe esa presión social de ser popular o admirar ir como una rémora tras de quien sí lo es. Somos un conglomerado de paradojas que nunca acaban de desliarse del todo. Nuestros héroes son de muy diversa índole. Puedes aspirar a ser un as en la batalla, a la manera romántica de la palabra, o rendir pleitesía a ídolos «hechos a sí mismos» con pies de dolares y que han construido un imperio a base de vaya usted a saber qué y como…En cualquier caso, ¿Justifica el fin los medios? Pongamos por caso que consigues todo el éxito, la fama, el reconocimiento, el dinero…..¿Y después qué? ¿Nos reconoceríamos o se iría empequeñeciendo nuestra esencia más y más hasta desaparecer? Si algo que me da tanto o más miedo que la mediocridad es precisamente perder mi alma por el camino, que quede sepultada bajo toda una mole de indolencia supina, una cáscara de autosuficiencia que creyendo que me libera y me hace mejor, no me deje ver las estrellas como decía el poeta. Hay, cierto es, quien se encuentra como guarro en charca en ese papel. Se vuelven irreverentes, maniáticos y porculeros porque tienen toda una cohorte que la limpiado detrás. No se confundan. Quedan muchos, muchos que empezaron la casa por los cimientos y no por el tejado, y que, con constancia, tesón y trabajo, se merecen estar por derecho en el muro de la fama. Otros muchos no distinguen el tocino de la velocidad y lo peor y más imperdonable, no disfrutan del camino. Son tan patéticos que solo ven las hamacas, los cócteles caros y las carnes tostándose al sol y no se llenan los ojos de los azules del océano, ni sienten la arena tibia bajo sus pies, ni llenan sus pulmones de olor a salitre. ¡Qué pena me da de ellos….!

Bueno, y con estas reflexiones de lunes nublado os dejo, que ya os he proporcionado algo con lo que alimentar las neuronas….para bien o para mal.

Besos, Petra

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