ENCAJAR

Hace poco leía un artículo sobre Gille; un chico de 19 años cuyo coeficiente intelectual es de 160 (la superdotación se da a partir de 130). En él cuenta su periplo por los distintos grados de educación escolar desde primaria hasta la facultad donde estudia matemáticas. Le “detectaron” (si, como si fuera una enfermedad) las altas capacidades a la edad de 6 años después de pasar por el hospital y el psicólogo, que parece ser, son los reyes del mambo de nuestros días en lo que a salirse de la manada se refiere. Al llegar al instituto, de todos es sabido, llega la edad del pavo. Los amigos se convierten en los baluartes de la lealtad y los padres caen en picado desde el Olimpo hasta la base de la pirámide alimenticia. En ese momento de nuestra vida es donde todos caemos en el sectarismo, en la masa y en un miedo visceral al individualismo y en destacar ni buena ni malamente. Seguimos al líder natural que las circunstancias han puesto ahí, como el Everest, sabiendo a ciencia cierta que lo que le espera en la vida es ser carne de cañón. Este chico, Guille, se percató (para eso es muy listo) de que para encajar debía bajar sus notas, hacer novillos y pasar desapercibido. “Cuando un niño con altas capacidades pregunta algo o levanta la mano para corregir, no es para hacerse el listo, es porque realmente quiere saber más. Si cada vez que habla los compañeros le miran mal y el profesor le contesta peor, alguien que puede sobresalir y tener una carrera espectacular no llegará a nada (…)” dice Guille.

Al hilo de este artículo, me quedé cavilando durante un buen rato. Es obvio que cada uno es de su padre y de su madre  aunque a mi parecer hay personas en este mundo que no se merecen el sitio físico que ocupan porque lo único que hacen es bulto y podría quedarse esto más ligerito. En fin, que me extrapolo…. Por un lado, tenemos los chavales que tienen ese “je ne se quoi” que traen de serie y que básicamente nos encargamos de “enderezar” (machacar) hasta que esté dentro de los estándares establecidos. No me parece bien la palmadita en la espalda y el aprobado porque sí, del tunante que saca un 3,5 porque, oye, se ha esforzado el muchacho, que siempre ha sido de 0 patatero. ¿De quién es la culpa de que un país se empobrezca culturalmente hasta límites que rozan la baba caída? ¿De los padres con su huelga absurda de deberes? ¿Del sistema educativo? ¿Del bullying? ¿De las adaptaciones literarias que me hacen llorar y rasgarme las vestiduras? ¿Del Pokemon Go?…. Desde luego aquí todo el mundo opina en Facebook y hacen dogmas sobre qué se está haciendo mal y todo un listado de corrección de errores. Yo, como soy muy Sancho (que no Sancha), mirando a mi amiga “cultura” que se aleja hacía otros lares, os diré: “Entre todos la mataron y ella sola se murió”

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Espero (de corazón) que entre todos pongamos las ganas y el esfuerzo para hacer de este un país de intelectuales y no de mostrencos o al menos minimizar el número. Con lo bonita que es la educación y la cultura….¡Cachís!

Nos vemos el jueves.

Besos, Petra

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