EL CANTO DEL CISNE

Últimamente me he dado cuenta de una cosa muy curiosa: Muchas veces, las personas, vuelcan sus inseguridades en los demás. La envidia existe y no pasa nada. Es necesaria a veces para hacernos progresar, pero cuando se encona…..mala cosa. Una, que ve venir de lejos a los advenedizos, a los criticones sin fundamento y a los sibilinos, intenta capear el temporal a puerta gayola, pero es inevitable que algún meteorito te llegue en un descuido porque a ver, si nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos bajo una lluvia radioactiva de porquería de parte de Dioses olímpicos de pacotilla y hasta del vulgo (que es de donde viene la peor porquería), es normal que alguno te dé en la frente y te deje sentado de culo con cara de panoli. Y ahora tachadme de nihilista, elitista, novelista o, hasta estilista si se tercia. Ponedme todos los sufijos –ista que queráis, pero eso no cambiará la cosa. El vulgo; lo vulgar (que nadie se rasgue las vestiduras, pues ambas palabras tienen la misma etimología) no sabe, no entiende, es un potingue gris e informe que se mueve en modo medusa para donde les ordenan. Siempre he pensado que en este mundo hay mucha gente que está respirando NUESTRO oxígeno y ocupando NUESTRO espacio sin entregar nada a cambio. Por eso yo os conmino a que os despeguéis de ese asfalto pegajoso y caliente, apestoso y negro….Y voléis. Algunos dirán que no, que están bien ahí, que es lo quieren. Estupendo. La vida es cuestión de prioridades. Otros me tildarán de petarda con ínfulas de “nosequé”. Están en su derecho. Yo solo digo que todos venimos al mundo de la misma manera y así lo dejaremos. Unos, cierto es, tendrán que pelearlo más porque sus circunstancias sean más putas y otros vendrán con la panadería bajo el brazo. Pero el deseo lo es todo. Es el impulso, es el acicate….La pasión es lo que mueve a esos que se elevan por encima del resto. Que se aúpan de entre la plebe de manera natural, sin pisotear a nadie (N del A. Pisotear no está bien; no señor) hacía las maravillas que les ofrece la vida y trabajan; trabajan duro pero con alegría, sin desfallecer, sin reservas, sin pedir ni suplicar nada a cambio. Se pasan la vida entregados a un fin, a una causa impuesta por ellos mismos… A esos, a todos esos, yo les aplaudo, les beso las manos, les miro con arrobamiento mientras miles de ojos envidiosos nos observan desde las sombras con los rictus severos y los dientes afilados.

 

 

 

 

 

Deciros a todos los que penséis me merezco vuestra presencia, que mañana día 15 presento mi poemario «Más dura será la caída» en Granada (Librería Praga). Me encantaría que me acompañarais.

Besos, Petra

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