EFECTO MOIRE

El efecto moiré se da cuando hay un patrón de interferencia  a través de un objetivo y este distorsiona la realidad. Por ejemplo, en las fotos de hoy, yo llevaba un vestido de rayas finas y me he visto negra, para paliar un poco el dichoso moiré.

Os cuento todo este rollo técnico, ni más ni menos para introduciros en el maravilloso mundo de la distorsión de la realidad. Porque, ¿Qué es la realidad? Según la RAE es «la existencia verdadera y efectiva de algo o alguien». Pero ese concepto es como muy abstracto, porque ¿No tiene cada uno su propia realidad? ¿No moldeamos a veces conceptos abstractos como la sinceridad, el amor o la lógica a nuestro antojo? Pocas personas conocerás en esta vida que miren con equidad milimétrica los actos de las personas, sobre todo porque con quien primero tendríamos que hacerlo, sería con nosotros mismos y es muy (pero que muy) difícil hacer ese ejercicio de introspección. Así que, en general lo que hacemos es pasar la vida intentando imponer nuestra «realidad» a todo aquel que quiera prestarnos atención y este a su vez intentará lo mismo. ¡Uff, que lio! Habrá algunos que la distorsionen de manera tan extrema que se creen montones de acólitos que quieren ser como él y lo admiren profundamente. Sin saber, pobres ilusos, que los extremos se tocan casi siempre y que acabarás comulgando con aquello en lo que jamás de los jamases pensaste que podías caer. Los grandes dictadores de la historia no han sido más que unos magníficos ( en el sentido de grandes) expertos en distorsionar y en saber contarlo, porque no serían nada sin el arte de la oratoria, que no demagogia. Una condición sine qua non para que funcione esta realidad alternativa y adaptada es creerla tu primero total y absolutamente; solo así podrás captar la atención de los otros y que estos se lancen con fe ciega. Esto es algo que ha ocurrido siempre con los grandes dirigentes de masas. Y no solo pasa en las altas esferas políticas, empresariales o religiosas no, seguro que a tu alrededor pululan pequeños distorsionadores amateurs que se convierten en extorsionadores cuando ven que sus malévolos planes fracasan estrepitosamente porque la realidad que quieren crear, no se la creen ellos ni hartos de vino. Y es que como todo, hay que poner fe y tesón en lo que haces sea malo, bueno o regular.

 

Para los que sigan «Terra Nullius» ya tengo medio bosquejado el capitulo siguiente, así que no tardaré mucho en publicarlo.

Besos, Petra

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