CREO

Soy incrédula. No creo en la vida extraterrestre, ni en los actos benéficos, ni en los “realities”. No creo en la ropa deportiva fuera del gimnasio, no creo en “nadar y guardar la ropa” (Si hay que ir a nadar, va uno con todas las consecuencias y si le roban la ropa, pues una aventura nueva que se inicia). Tampoco creo en el telediario, ni en las citas célebres que inundan Facebook como dogmas (a ver señores, eso lo dijo alguien en un momento y lugar, referido a algo o alguien concreto, por lo tanto no se hace extensible a…..siempre). No me creo para nada a los políticos con sus falacias y sus estandartes inútiles, no creo en la frase de moda: “Todos deberíamos ser feministas” porque tengo un serio problema con las frases imperativas. ¿De verdad hay que creerse que los guapos son tontos y los gordos son bonachones? He conocido a obesos con muy mala leche y a adonis poetas; por lo tanto los estándares no son lo mío.  No creo en los borregos adornados con lazos rosas, negros, rojos, verdes fluorescentes o multicolores. No creo en los taurinos ni en los antitaurinos, no creo en la radio fórmula que inunda nuestros oídos con el “despacito” cinco veces por hora hasta que la acabamos tarareando por cojones…..Y así podría llenar hojas y hojas de cosas que no me llegan, que me chirrían.

Me he dado cuenta que hay muchas más cosas en las que no creo que en las que creo, pero si hay una cosa a la que siempre doy el beneficio de la duda. Las personas. Individualmente, no en grupo (los grupos acaban disolviéndose siempre amén de que con unas pocas nociones de sociología, se sabe que el individuo en grupo actúa, adopta un rol que lleva hasta sus últimas consecuencias, casi hasta el maniqueísmo absurdo a veces). Sé que es difícil, cuando no imposible, despojarse de velos inútiles y mostrarse como uno es, más que nada es una cuestión de integridad mental (Los humanos cuando se alían son como una manada de lobos que cuando ven una presa indefensa, no dudan en atacar cruelmente). Me refiero a cuando dos personas se unen en un silencio, una junto a la otra, sin necesidad de llenar ese vacío con conversaciones banales; cuando llegan a esa comunión de sentir a la otra persona, sin hablar, sin mirarse, sin tocarse; solo sintiendo su presencia en consonancia con uno mismo…Eso es maravilloso. Cuando se ríe, cuando se llora, se baila, se canta a voz en grito con esa frescura del instante. Es en esos momentos en los que pienso que el mundo gira en la dirección correcta y no tengo que bracear arduamente hacia el lado contrario. Creo en la honestidad, el respeto, la educación….Todos esos valores que a priori pueden parecer obsoletos y arcaicos pero que nos honran como seres humanos…

Y por encima de todas las cosas, creo en el amor. En el AMOR en mayúsculas. Sin interés, sin reciprocidad, sin contratos…Toda clase de amores: el filial, el fraternal, el sexual….Todos y cada uno de ellos se unen siempre en un solo corazón. Así que “ama, ama, ama y ensancha el alma”.

Prometo ser buena y ponerme a escribir el capitulo siete de «Terra Nullius» durante esta semana. No desesperes Carmen, piensa que así el intringulis crece…jejeje.

Besos, Petra

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