BEATUS ILLE

En mi casa siempre íbamos a rebufo* (Vacío que deja un móvil y que puede aprovechar el que sigue) de las tecnologías que imperaban. Así, cuando todos mis amigos compraban los últimos Lps o pelis en DVD en el top manta, nosotros visitábamos a menudo esos grandes templos de la cultura kitsh llamados videoclubes. Ahora ninguneados y extintos prácticamente en su totalidad, antaño fueron sedes de intercambio cultural donde socializar a gusto y donde todas las filias y opiniones tenían cabida. Recuerdo los estantes siempre tan ordenados donde se sucedían los  géneros: acción, drama, terror….Y la zona de pelis para adultos, cortinilla mediante, que mirabas siempre fijamente esperando ver salir a un tío con pinta de asaltador sexual y no de padre de familia. Antes no había esa urgencia, esa necesidad ansiosa de poseerlo todo en el momento, más que nada porque esa inmediatez no existía, por lo tanto no generaba estrés. Simplemente asumías que la peli novedosa y esperada estuviera libre contando con el factor suerte, o esperar pacientemente a que pasara la fiebre. Si tus colegas ya la habían visto, te contaban el final para joder y, atención: NO PASABA NADA. No se montaba ningún drama por los spoilers, porque en nuestro arcaico vocabulario aún había pocos anglicismos. Luego ampliaron al sector videojuegos. O eras de Nintendo o eras de Megadrive. Por lo tanto o eras de Super Mario o de Sonic. Así estaba escrito. Fin de la historia.

Más tarde, ya con el DVD, llegó del futuro en plan Skaynet, esa máquina/cajero automático llamada Blockbuster donde, ¡Oh, maravillas de la técnica! Metías una tarjeta y elegías el título que era vomitado desde las mismísimas entrañas del videoclub para tu uso y disfrute.

Recuerdo las normas de la casa como rebobinar siempre al principio de la cinta, no devolverlas más allá del plazo estipulado bajo penalización monetaria o reemplazo de la misma por pérdida o rotura. A veces, un sábado cualquiera, te alquilabas una novedad y un clásico de esos que tenías ya super trillado pero que te gustaba ver una y otra vez, a pesar de que el metraje estaba lleno de cortes y defectos en el metraje y sonido. Yo y mis hermanas nos sabíamos los diálogos enteros (narrador incluido si lo había) de varias pelis de los ochenta)

No es cuestión de aferrarse a una edad idílica pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor ni mirar al futuro con miedo e incertidumbre. Es cuestión de recordar con nostalgia un tiempo, una edad, un sentimiento de plenitud de vida.

 

 

Espero que hayas disfrutado de este viaje al pasado…

Besos, Petra

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