LAS AMISTADES PELIGROSAS

Dicen que los amigos son la familia que tú escoges. No es cierto. La familia para bien o para mal siempre llevará tu sangre y tu apellido; tus amigos no. Las circunstancias de las personas cambian a lo largo de su vida y al interactuar nosotros con ellos, sus cambios también nos afectan. Es algo extraño eso de la amistad. Es la única cosa que perdura más allá de las vicisitudes (si es verdadera), la que te deja un vacío con la ausencia o un pecho henchido de orgullo con los logros. Puedes disfrutar de los silencios “incomodos” sin llenarlos de palabras vanas ni conversaciones de besugo. Puedes mostrarte en pijama, con los pelos tiesos o con un bigote a lo Fumanchú que cuando te vuelvan a ver de nuevo, será como si te vieran la primera vez. Siempre bella porque ven a través de ti. No se andan con lisonjas ni apariencias porque no les hace falta. A veces sus palabras fustigan como látigos y hacen daño, a veces te abandonan por un tiempo que se hace eterno, a veces vuelven; a veces no, pero seguro te llevan en un rincón del alma. Los amigos son celosos, ofenden, maltratan, dañan……Pero basta un gesto; una palabra, para olvidar todo lo anterior. Siempre habrá amigos que se alejan. No de una manera física, sino desde dentro… Hay también amistades peligrosas; tóxicas. Se embadurnan la piel de caramelo y te embaucan con elogios como un sátiro a la puerta de un colegio. Da igual lo lista que te creas; caerás. Si te ocurre, no te pongas el cilicio aún por haber caído de una manera tan pueril en sus redes, solo estate ojo avizor para futuros vampiros anímicos envidiosos. En la vida ocurre también que hay amigos que se convierten en algo más y eso es bonito porque es empezar la casa por los cimientos y no por el tejado (que es muy moderno pero entra en otra categoría). Hay amistades que se construyen sólidas como diques a través de los años, desde tus  primeros desengaños hasta tus últimos desvaríos. Ese dique ha hecho agua tantas veces y tiene tantas grietas y remiendos que de feo ha pasado a puro arte. Cuando nos hacemos grandes, todo se vuelve más desconfiado, más hipócrita así que es muy difícil sentir ese amor puro por otro congénere. Difícil pero no imposible. Sentir la empatía o esa comezón que no te deja estar cuando sabes que has hecho algo que no debías; es algo inexplicable y maravilloso. Los amigos no actúan con artificios ni maldad y les gusta verte porque sí, sin hablar, sin tocar. Solo “estar”. Guarda siempre los recuerdos como un tesoro y de vez en cuando sácalos del cajón y siente la nostalgia en tus ojos porque la vida está tejida a base de una sucesión de momentos que nos marcan. Así que a todos mis amigos; los que han sido y ya no son, les digo:

“Ojala que te vaya bonito, ojala que se acaben tus penas. Que te digan que yo ya no existo, que conozcas personas más buenas, que te den lo que no pude darte…”

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A mis amigos actuales no les digo nada porque esos ya tienen que aguantarme todos los días…..Os quiero.

Besos, Petra

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